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A continuación se presentan los resultados de la primera experiencia publicada en Venezuela y que fue presentada en el XVII Congreso Nacional de Ginecología y Obstetricia y I Congreso Bolivariano de Obstetricia y Ginecología. Hotel Caracas Hilton. Caracas, Venezuela en abril de 2000.

Se incluyeron en el estudio 65 pacientes que tenían criterios ecográficos y de laboratorio de benignidad. La edad promedio fue 32,84 años (rango: 21-54) y el motivo de consulta fue: asintomática (53,84%), infertilidad (35,38%), dolor (6,15%) y trastornos menstruales (4,61%). El tamaño promedio de los tumores quísticos, por UTV, fue de 37,03 mm (rango: 3-120) y el volumen extraído promedio fue de 31 cc (rango: 2-90).

Un total de 62 pacientes (95,38%) recibieron tratamiento cíclico hormonal antes del procedimiento, con el fin de evitar la intervención quirúrgica, de estas, en 56 (90,32%), el quiste permaneció igual, en 5 (8,06%) aumentó y en 1 (1,61%) disminuyó. En 64 casos (98,46%) se logró la punción y en 1 (1,54%) el tumor era muy móvil y no se pudo aspirar. El dolor, según la Escala de Dolor del Instituto UPSA, fue de 1,5 en promedio (rango: 0-6,8). No hubo ninguna complicación. El resultado de anatomía patológica fue de quiste seroso en 67% de los casos y endometriosis en 33%.

La evolución fue satisfactoria en 46 casos (71,87%) y recidiva en 18 (28,12%). En 16 casos (24,62%) con tumores mayores de 50 mm no se realizó cirugía y en los 3 casos (4,63%) donde se practicó ooforectomía el diagnóstico fue de endometriosis. Los tumores quísticos del ovario con características ecográficas de benignidad, generalmente desaparecen espontáneamente en los siguientes ciclos menstruales. A pesar que varios estudios señalan que los preparados hormonales basados en estrógenos y progestágenos no tienen influencia sobre los tumores quísticos de ovario, estos se siguen usando frecuentemente en el tratamiento de esta patología.

Existe un grupo de pacientes con tumores quísticos que no desaparecen espontáneamente y a quienes, tradicionalmente, se les practicaba intervención quirúrgica por laparoscopia o por laparotomía, con aumento de los costos y de la morbi-mortalidad. El desarrollo de las diferentes técnicas de imagenología ha permitido evitar la intervención quirúrgica, tanto diagnóstica como terapéutica, en muchos pacientes y los tumores pélvicos no escapan a estos avances. Así, con el desarrollo de la UTV, se han descrito técnicas para el tratamiento de endometriomas ováricos, quistes simples, aspiración de oocitos en técnicas de RA, tratamiento de tumores quísticos en mujeres embarazadas, etc.

En el presente trabajo, se evaluaron pacientes con quistes persistentes de ovario a pesar de recibir, en su mayoría, por lo menos tres meses de tratamiento hormonal basado en estrógenos y progestágenos. En relación con la edad a pesar que el rango varió entre 21 y 54 años, 64 pacientes estaban premenopáusicas. En la única paciente menopáusica se pudo realizar la punción, no hubo recidiva y el resultado de anatomía patológica fue benigno, lo cual difiere a lo publicado por otros autores, que señalan una tasa de recidiva de 80% en estas pacientes.

A pesar que es en este grupo etario en el cual el cáncer de ovario es más frecuente, si la paciente no tiene factores de riesgo para malignidad y los parámetros paraclínicos no lo sugieren, se puede realizar el procedimiento sin aumento de la posibilidad de diseminar células malignas; en caso contrario se sugiere no realizarlo. En relación con el tamaño del tumor, es importante destacar que 16 eran mayores de 50 mm y en ninguno se realizó cirugía ni se presentó recidiva posterior a la aspiración. Es de hacer notar que, según los criterios clásicos, estas pacientes hubieran requerido una laparotomía ginecológica con gran aumento de los costos y de la morbimortalidad.

En 70,58% de los casos en que se presentó recidiva el resultado de anatomía patológica fue endometriosis, por lo que se debe considerar que este no es el tratamiento ideal para pacientes con esta patología. Sólo se debe utilizar para las que inmediatamente después del procedimiento se les va a practicar una FIV-TE, que no responden a tratamiento médico o que una vez practicado el tratamiento quirúrgico presentan recidivas sintomáticas.

Al analizar la tasa de éxito se observa que se logró la aspiración en 64 pacientes, con un promedio de dolor, según la escala del Instituto UPSA, de 1,5; lo cual permite concluir que es un procedimiento con alta efectividad y poco doloroso. Inclusive en pacientes con adherencias pélvicas severas, en las que la intervención quirúrgica puede resultar complicada, el procedimiento, frecuentemente, resulta más fácil porque los anexos son poco móviles y no se desplazan al ser tocados con la aguja de punción.

Al analizar las complicaciones se observa que, en la presente serie, no se encontró ninguna, lo que se corresponde con otras series publicadas con anterioridad. Sin embargo, se recomienda el tratamiento previo con antibióticos intravaginales en forma de óvulos así como el uso de material estéril y una adecuada antisepsia del fondo de saco vaginal para evitar el riesgo teórico de la inoculación de gérmenes dentro del ovario en que se realizó la punción. También se recomienda no realizar más de dos intentos para evitar que un procedimiento que no es doloroso se torne no apto para ser realizado en consultorio.

La tasa de recidivas en el presente trabajo fue de 28,12%, que es similar o menor a la señalada por otros autores. En estos casos, se puede realizar una segunda y hasta una tercera aspiración transvaginal, antes de practicar una intervención quirúrgica, por la posibilidad de que la lesión desaparezca. La aspiración transvaginal de quistes pélvicos en el consultorio es una técnica sencilla, prácticamente indolora, económica y que puede evitar la cirugía en un número considerable de casos.

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