Calidad de vida

La fertilidad es proporcional a la producción cuantitativa y cualitativa de los espermatozoides producidos por los testículos, ubicados éstos, por conformación natural, en una zona estratégica, fuera del cuerpo humano y no dentro, como los ovarios.

La ubicación externa de los testículos tiene una justificación de sobrevivencia genital: La bolsa de piel que es el escroto debe estar expuesta a una temperatura de 35 grados centígrados y no a la del cuerpo humano que es de 37, considerada letal para la producción de espermatozoides. Esta vulnerabilidad no siempre es considerada por los caballeros.

El órgano testicular resulta tan alterable que hasta padecer un estado de fiebre acarrearía una detención de espermatozoides. “Han habido casos de pacientes con espermograma normal y luego de enfrentar una simple gripe, no tienen espermatozoides de manera momentánea”.

No hay otro tejido en el cuerpo humano con una actividad de producción de células tan vertiginosa como los testículos.

El procesamiento de alimentos y, a su vez, el empaquetamiento en plástico, material que al pasar al cuerpo humano se transforma en disruptor endocrino, es decir, actúa equivocadamente como hormona.

“Pensamos que la contaminación ambiental y especialmente estos disruptores endocrino (moléculas sintéticas encontradas en empaques de la industria del plástico) al comportarse como hormonas en nuestro cuerpo, dan mensajes erróneos al testículo, causándole daño como productor de espermatozoides”.

Algunas condiciones de la vida urbana resultan desfavorables, pero no escapa de las suyas el campo, donde el hombre enfrenta una alta exposición a los insecticidas usados para ejecutar su actividad agrícola.

En ese sentido, un esquema de vida que apunte a lo natural, resultaría conveniente para la salud reproductiva del varón.