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   ¿PODEMOS ALIMENTARNOS Y NO NUTRIRNOS?   
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Pollo y papas fritas

Efectivamente, esto sucede mucho más de lo que nos imaginamos. Más que nutrirnos solemos alimentarnos: consumimos alimentos que gratifican nuestro apetito, nuestra ansiedad, pero cuyos contenidos nutricionales no satisfacen las necesidades reales de nuestro organismo.

Una bala fría, un abreboca, un mientras tanto, nos dan la sensación de llenura y tranquilizan el estómago. No obstante, la mayoría de las comidas que realizamos de esta manera (rápido, de pie, en la calle, mientras se llega a casa, para matar el tiempo) suelen estar saturadas de grasas, harinas, condimentos en exceso y azúcares; sustancias cuyo exceso genera:
  • Trastornos orgánicos, acumulación de grasa (y, en consecuencia, aumento indeseable de peso).
  • Alzas en los valores de funcionamiento normales (colesterol, triglicéridos, entre otros).
  • Debilitamiento de órganos y alteración de sus funciones, además de muchos problemas de salud, vinculados con nuestro funcionamiento y disposición e, incluso, salud mental.
Más que preocuparnos debemos ocuparnos de nuestra salud; para ello, debemos conocer cuál es nuestra condición nutricional. La condición nutricional es el grado de nutrición en que se encuentra determinado organismo de acuerdo a parámetros como edad, sexo y complexión, talla y peso, comparada con patrones definidos universalmente.

Sólo con la ayuda del médico podemos determinar los distintos parámetros y conocer cuál es realmente nuestra condición nutricional: si estamos bien y si nos falta algo, qué es y en qué dosis debemos ingerirlo.

Comida chatarra

Si nos alimentamos adecuadamente, es decir, si ingerimos aquellos alimentos cuyos nutrientes son necesarios no sólo mantenemos la parte interna de nuestro cuerpo; pues externamente observaremos que somos más activos y enérgicos, que nuestro cabello es más brillante, nuestra piel luce un aspecto más hidratado, vigoroso y suave; en fin, que nuestras condiciones y disposición a vivir están más afianzadas.

Por añadidura, nuestro propio organismo señalará también qué comer y cuándo hacerlo; rechazará, por tanto, el consumo de aquellos alimentos (comida chatarra, por ejemplo), que obstaculizan su normal funcionamiento.

¿Qué es la nutrición?

En ocasiones, utilizamos como sinónimos los términos nutrición y alimentación. Si bien cada uno de ellos nombran situaciones diferentes, atienden a una misma realidad. Cuando empleamos el vocablo alimentación nos referimos a la forma y manera en que proporcionamos los alimentos que son necesarios para el cuerpo. Por su parte, el término, nutrición refiere al conjunto de procesos que efectúa el cuerpo cuando recibe, transforma y utiliza los nutrientes que, contenidos en los alimentos, son esenciales para mantener la vida.

Por nutrientes entendemos, entonces, aquellas sustancias orgánicas e inorgánicas presentes en los alimentos (carbohidratos o azúcares, lípidos o grasos, proteínas, minerales, vitaminas y agua). Son los nutrientes los que garantizan el suministro de energía, contribuyen al mantenimiento y funcionamiento celular y participan en la regulación de los procesos vitales del cuerpo.

¿Cómo puedo saber si estoy ingiriendo la cantidad adecuada de alimentos?

En primera instancia, es nuestro propio cuerpo quien informa sobre si estamos nutriéndolo adecuadamente. A través de la manifestación de síntomas y malestares como: debilidad, somnolencia, desánimo, lentitud, demora y desinterés en la realización de nuestras actividades cotidianas, así como cansancio, dolores, tendencia a sufrir de gripes o procesos virales frecuentes, podemos darnos cuenta de que hay fallas y carencias en la calidad y/o cantidad de alimentos que estamos consumiendo.

Cuando nos sentimos aquejados por uno o varios de estos síntomas o si alguno de ellos permanece durante largos períodos, es necesario acudir a consulta médica y practicar exámenes clínicos. Nadie mejor que nuestro médico para indicar qué tipo de exámenes realizar y cómo ajustar nuestra nutrición.

Píldoras

Sin embargo, a veces no basta con realizar una dieta de adaptación o de recuperación nutricional; es necesario, entonces, acudir al auxilio de la farmacología a través del consumo de vitaminas (individualizadas o complejos vitamínicos), minerales y complementos nutricionales que nos ayuden a recuperar el equilibrio y la salud corporal.

Es necesario tener presente que, con respecto a todo aquello que tiene que ver con el funcionamiento y equilibrio de nuestro organismo, nadie mejor que el médico para señalar qué debemos ingerir (medicamentos, vitaminas, etc.) y cuáles son las dosis que requiere nuestro cuerpo.

La automedicación es un hábito peligroso que, lejos de mejorar nuestra calidad de vida, la deteriora.