Hacemos dieta siempre que consumamos los alimentos que necesita nuestro organismo.
Pero, nuestras actividades y el vertiginoso ritmo de la vida actual generan situaciones que inciden negativamente en nuestros hábitos alimenticios y, quizás lo más dañino, en nuestras ideas, actitudes y comportamientos que desarrollamos.
Es decir, el modelaje físico que se impone a través de las presiones culturales y sociales por vía de los medios de comunicación (especialmente la televisión) obliga a muchas personas a perseguir ideales físicos (cuerpos extremadamente esbeltos, por ejemplo) que escapan a sus figuras.
Esos ideales de cuerpos delgados y alargados son alimentados, también, por los diseñadores de moda y, en consecuencia, por las fábricas y las tiendas de ropa. En ocasiones sólo se encuentran franelas, pantalones y faldas para delgadeces extremas con lo que se genera frustración en aquellas que no cumplen con las medidas físicas.
| El logro del ideal (la figura perfecta, lo denominan algunos) se convierte, entonces, en un suplicio real para quienes se someten a regímenes de hambre y subalimentación que, consecuentemente, enferman la parte física y psicológica de esos organismos. Por ello, debemos hacer consciente que es necesario seguir una dieta apropiada a nuestro organismo. Para establecer cómo, cuándo y cuáles son los alimentos que requiere cada uno de nosotros, es conveniente consultar con el especialista para que oriente nuestra actividad y satisfaga nuestras dudas. De la misma forma, antes de cambiar o alterar, aunque sea en mínimas dosis, los hábitos alimenticios es imperativo seguir los consejos médicos. Lo contrario, automedicarnos o cambiar la dieta puede entonces, producir enfermedades y padecimientos que nos obliguen, ahora sí, a seguir una dieta de recuperación, desintóxicación o privaciones. | | | |
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