MEDICINA MATERNO-FETAL
Capítulo 27 - Enfermedad hipertensiva del embarazo
Capítulo 28 - Diabetes
Capítulo 29 - Enfermedad hemolítica perinatal
Capítulo 30 - Teratología
Capítulo 31 - Infecciones virales
Capítulo 32 - Infecciones bacterianas, micóticas y parasitarias
Capítulo 33 - Patología mamaria
Capítulo 34 - Cáncer y embarazo
Capítulo 35 - Aspectos psicológicos y psiquiátricos
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   CAPÍTULO 31 - INFECCIONES VIRALES   
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Por: Julio Castro / Lina Bofill / Jorge Murillo

Las infecciones intrauterinas tienen consecuencias más severas mientras más temprano ocurran durante el embarazo. Las infecciones durante el primer trimestre pueden alterar la organogénesis, mientras que las infecciones durante el segundo y tercer trimestre producen escasos daños estructurales evidentes.

De las infecciones virales una de las más temidas es la rubéola debido a su alto potencial teratogénico; sobre todo, si ocurre durante el primer trimestre cuando es mayor la posibilidad del síndrome de rubéola congénita con todas las consecuencias para el recién nacido. El diagnóstico se basa en la detección de anticuerpos para la enfermedad, que permiten establecer si es aguda o crónica y, por tanto, existe inmunidad sin riesgo de infección fetal. En la actualidad, se disponen de pocas medidas terapéuticas que puedan modificar el curso de la enfermedad en las primeras semanas del embarazo. Como medida preventiva, se recomienda la vacunación masiva rutinaria a los niños durante los primeros 12 meses de vida, después de la pubertad a las jóvenes que no hayan sido vacunadas previamente, a las mujeres adultas que no estén embarazadas y a las mujeres seronegativas en el postparto.

El sarampión es la enfermedad exantemática más común en niños y su diagnóstico se basa en los síntomas clínicos; cuando se adquiere durante el embarazo puede producir neumonía y parto pretérmino. La infección congénita es rara y ocurre si la enfermedad se presenta 7 días antes o 7 días después del parto. El tratamiento se basa en utilización de inmunoglobulina sérica para prevenir o modificar el curso de la infección materna.

La principal complicación de la varicela durante el embarazo es la aparición de neumonía materna porque trae consecuencias devastadoras para el feto como son: aborto, muerte intrauterina, prematuridad y varicela neonatal. El tratamiento debe ser en una unidad de cuidados intensivos con vigilancia de la ventilación pulmonar.

El herpes simple tipo 1, cuando se adquiere durante el embarazo, tiene mínimas consecuencias para la unidad materno-fetal, mientras que el herpes genital o tipo 2, puede producir corioanmionitis, aborto, restricción del crecimiento intrauterino y trabajo de parto pretérmino. Si existe contacto con lesiones primarias durante el parto puede ocurrir infección neonatal.

Cuando la infección ocurre durante las 4-6 semanas previas al parto se recomienda la cesárea porque el riesgo de infección neonatal es muy alto.

El citomegalovirus es la infección viral más frecuente durante el embarazo y el período perinatal porque se transmite a través de todos los fluidos, la infección materna previa no previene la infección congénita, aunque provee protección contra posibles complicaciones; sin embargo, la infección fetal ocurre, en la mayoría de los casos, por reactivación de la infección en la madre. El diagnóstico se hace por la demostración del virus o la determinación serológica de los anticuerpos específicos (IgM o IgG).

Durante el embarazo, existe una sensibilidad del hígado a sufrir lesiones por infecciones, el diagnóstico de hepatitis se basa en los hallazgos físicos característicos y en la alteración de las pruebas de laboratorio. De los diferentes tipos de infección viral, la más letal es la hepatitis B que produce afección fetal con mayor frecuencia cuando se adquiere durante el último trimestre y puede que se produzca una enfermedad crónica en el niño que lo lleve a desarrollar una cirrosis o un carcinoma hepatocelular.

Una de las enfermedades que más preocupa a la población general y al personal de salud es el SIDA. La transmisión materno-fetal depende de múltiples factores y varían de acuerdo a cada individuo, aunque se ha señalado que la infección se adquiere sobre todo durante el parto y la lactancia. La embarazada seropositiva debe ser tratada como un embarazo de alto riesgo y, en este sentido, desde las primeras semanas de gestación debe ser vista por el obstetra y un infectólogo o inmunólogo, con el apoyo de un laboratorio de bacteriología y biología molecular. Aún cuando no hay una recomendación universal en relación con el parto vaginal o la cesárea, la identificación temprana de situaciones que llevan a la contraindicación del parto vaginal es de gran utilidad, sobre todo para el producto de la concepción.

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