HISTORIA
Tener la posibilidad de predeterminar el sexo de un hijo ha sido una de las ambiciones del ser humano, desde los inicios de la creación.
En las sociedades primitivas, predominantemente machistas, el tener un hijo varón representaba la continuidad del apellido y el honor familiar.
Mientras que en ciertas sociedades predominantemente feministas, el tener una hembra permitía cumplir con las normas establecidas para la comunidad.
En La Antigua Grecia el filósofo Anaxágoras, 500 a. de C., afirmaba que los espermatozoides del testículo derecho eran los que producían varones y que los del izquierdo daban lugar a descendencia femenina, de tal manera que amarrándose uno de los testículos, antes de la relación, se podía predeterminar el sexo...
En la Alemania medieval, se recomendaba colocar un martillo debajo de la cama durante las relaciones, si se quería tener un varón; o una tijera, si se quería tener hembra.
En algunas regiones de Estados unidos, el hombre cuelga sus pantalones en el lado derecho de la cama, si quiere varón y en el lado izquierdo, si quiere hembra.
En pleno Renacimiento se puede apreciar la significativa obra de Huarte de San Juán "Examen de ingenios para las ciencias" cuya idea central descansa no en el por qué nacen varones y mujeres a diferencia de los clásicos, sino como evitar el nacimiento de niñas.
El señalaba lo siguiente:
"Los padres que quisieren gozar de hijos sabios y que tengan habilidad para las letras han de procurar que nazcan varones; porque las hembras, por razón de su sexo, no pueden alcanzar ingenio profundo"
La obra establece una serie de pautas a seguir para cumplir con el "cometido" de concebir varones en la que advertimos nuevamente los elementos de frío calor y dualidad izquierda y derecha característicos de la tradición clásica:
- Comer alimentos secos y calientes en cantidades moderadas unos siete u ocho días antes del "acto de generación".
- Hacer ejercicio "porque éste seca y calienta la humedad de la simiente".
- Realizar el coito cuatro o cinco días antes de la regla, ya que "el varón necesitará la sangre de la madre como alimento".
- Procurar que" la simiente, del hombre y la mujer, caiga del lado derecho", para lo cual la mujer tendrá que permanecer acostada de este lado durante uno o dos días.
Recetas como las anteriormente descritas persisten todavía hoy y continúan circulando como "falsos mitos", pues la cuestión de poder seleccionar el sexo de los hijos, no es una cuestión olvidada.