A pesar que los fibromas son tumores, no tienen necesariamente que ser extirpados quirúrgicamente, por los siguientes motivos.
- Son tumores con una posibilidad remota de que se conviertan en cáncer.
- Segundo, los de tamaño pequeño no suelen producir síntomas y se puede observar su crecimiento en los controles anuales con ultrasonidos.
- Suelen aparecer hacia el final de la vida reproductiva.
La disminución de los estrógenos ováricos de ese período hace que su crecimiento se detenga. Después de la menopausia se reducen de tamaño y no ocasionan problemas.
Las siguientes son las indicaciones que se toman en cuenta en FERTILAB para practicar una miomectomía.
- Cuando están ocasionando un sangrado genital excesivo.
- Cuando producen síntomas de compresión a las estructuras vecinas.
- Cuando tienen un crecimiento exagerado.
- Cuando existen abortos anteriores repetidos.
- Cuando la mujer tiene problemas de infertilidad y no se consigue otra causa que lo explique.
Existe un tratamiento médico para reducir los fibromas, que se llama embolización del fibroma o de la arteria uterina, de allí el nombre de UFE por sus siglas en inglés (Uterine Fibroid Embolization). Se hace con anestesia local en la región inguinal y sedación. La técnica es llevada a cabo por radiólogos intervencionistas y requiere de un equipo de fluoroscopia. Se practica una incisión pequeña en la región inguinal y se inserta un catéter angiográfico en la arteria femoral.
Con la fluoroscopia, se guía el progreso del catéter hasta llegar a las arterias uterinas o cerca de los fibromas. Entonces se inyectan unas diminutas esferas plásticas de alcohol polivinílico, de unos 500 micrones, similares a granos de arena. Las partículas se depositan en las pequeñas ramificaciones de la arteria uterina, que provee sangre a los fibromas, y las partículas bloquean las pequeñas arteriolas uterinas, causando una necrosis isquémica.
El miometrio sano no es afectado por el procedimiento, gracias a la circulación colateral que se desarrolla. La inyección se debe hacer en forma cuidadosa, para evitar que las partículas sean llevadas a otras partes del cuerpo. El procedimiento se repite en la arteria que provee sangre al otro lado del útero. Se retira el catéter, se sutura la pequeña incisión y la paciente es llevada a recuperación.
Las pacientes se quedan en el hospital una noche y retoman sus actividades normales en una semana. Al principio toman medicamentos para el dolor y la inflamación relacionados al procedimiento, y que usualmente desaparecen en una semana. Para confirmar los resultados, se realiza un ultrasonido a los seis meses de la embolización, para verificar que los fibromas se han reducido. La complicación más importante del postoperatorio es el síndrome post-embolización, que ocurre entre del 15 al 30% de los casos, caracterizado por fiebre, dolor hipogástrico y malestar general que obliga a la histerectomía en cerca del 1% de los casos.
Estudios clínicos han mostrado que a los seis meses de la embolización, los fibromas se reducen entre un 45 y un 75% del volumen inicial. Cerca del 90% de las pacientes señalan mejoría de los síntomas. Un 30% de las pacientes tienen recurrencia del tumor y alrededor del 1% desarrollan una menopausia precoz. Aunque se han señalado embarazos, no se han completado aún los estudios sobre la fertilidad después del procedimiento de embolización, por eso no se debe hacer en pacientes que desean conservar la fertilidad.