Por: María Isabel Rasines / Juan Aller
Si bien en muchos mamíferos, el embarazo múltiple es un hecho natural, en el humano parece ser una condición patológica, debido al aumento de la morbi-mortalidad materno-fetal.
A lo largo de la historia la frecuencia se ha mantenido baja pero, como consecuencia de los tratamientos modernos de infertilidad, ha ocurrido un aumento significativo de su frecuencia, sobre todo en los embarazos con más de dos fetos. Debido a que el aumento de los problemas materno-fetales es proporcional al número de fetos, se debe considerar la reducción embrionaria, con el fin de disminuir estas complicaciones. También en las técnicas de reproducción asistida, se debe limitar el número de embriones transferidos, para evitar los embarazos con un elevado número de fetos.
Las complicaciones fetales estan muy relacionadas con el tipo de placentación, así en la placentación dicoriónica, la frecuencia de complicaciones es baja, no así en la monocoriónica, donde existen una serie de problemas que pueden llevar a la muerte de uno o ambos fetos.
Por esto es importante hacer el diagnóstico prenatal del tipo de placentación y el ultrasonido constituye el mejor método.
El control prenatal del embarazo múltiple es muy diferente al del embarazo simple porque se considera un embarazo de alto riesgo debido a la alta incidencia de complicaciones como: diabetes gestacional, enfermedad hipertensiva, anemia, parto pretérmino, prematurez, hemorragia por placenta previa y desprendimiento prematuro de placenta.
La atención del parto es diferente y la incidencia de cesárea está aumentada. La hemorragia postparto es más frecuente debido a la atonía uterina por sobredistensión. Así mismo se debe contar con una buena atención pediátrica porque estos fetos son más propensos a complicaciones, la mayoría de las cuales están relacionadas con la prematurez.
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